No se puede hablar de un boom, pero si es cierto que a medida que se han ido eliminando complejos a la hora de acudir a una consulta de Cirugía Estética, se ha ido produciendo una mayor demanda de cirugía estética en adolescentes. Esta demanda de tratamientos estéticos, quirúrgicos o no quirúrgicos, por debajo de los 18 años no supera el 1,4% de todos los procedimientos que se realizan en una consulta de Cirugía Estética.

Los padres hoy día conceden gran importancia a que sus hijos no sean discriminados en su entorno por su imagen. Para un adolescente que no está a gusto con alguna parte de su cuerpo, puede ser atrayente la cirugía estética como solución a su malestar.

La adolescencia es una etapa en la que el cuerpo se está terminando de formar, la personalidad se está desarrollando y el joven se encuentra atrapado en el miedo a ser cuestionado. Conviven la inmadurez, las crisis internas, el miedo por el cambio, asumir nuevas responsabilidades, inseguridad. Es una etapa en la que se sobrevalora la estética y la imagen corporal. Al sufrir el cuerpo en poco tiempo cambios tan importantes, es normal que necesiten tiempo para adaptarse y aceptar su nueva imagen corporal.

En algunos casos el motivo de la demanda está más cerca de la cirugía plástica que de la cirugía estética. Unas orejas despegadas, un pecho excesivamente grande, deformidades de nariz adquiridas, son circunstancias en las que la intervención, desde hace años, se contempla como un elemento favorable para el desarrollo social del joven. En otros casos cuando la motivación se encuentra más cerca de lo puramente estético hay que ser cautos.

Las tres principales preguntas que los padres deberían realizarse son:

  • ¿Es realmente el adolescente por sí mismo, el que desea la cirugía o el cambio? o por el contrario la necesidad surge de las opiniones de padres, familiares amigos o conocidos.
  • ¿Es realista acerca de los resultados que se pueden obtener?. ¿Ha idealizado el resultado?. ¿Pretende conseguir con ello mejorar su entorno de amigos o ser mejor aceptado por los demás?
  • ¿Pondera de forma adecuada los riesgos y los beneficios?. Una sobrevaloración de los resultados y una subestimación de los riesgos no son la compañía adecuada para tomar una decisión.

Sentar tiempos de reflexión amplios permitirá identificar los motivos reales. La actitud de los padres es muy importante, no vale restarle importancia ya que el joven pensará que sus padres no le comprenden y buscará la solución en otro lado. Debe reforzarse la idea de que son tiempos de cambio, dar más importancia a otros aspectos positivos de la personalidad del joven. Hablar de hábitos saludables y de lo importante que es no descuidar la salud. Aportar si cabe información científica al respecto o buscar incluso el consejo de un profesional que con honradez le de su punto de vista y él pueda sacar sus propias conclusiones.

En definitiva se trata de una etapa de inmadurez emocional y psicológica que puede dificultar a la hora de generar expectativas realistas ante una cirugía estética.