La tecnología vende, atrae y nos hace soñar con resultados imposibles. La tecnología intenta facilitar nuestro trabajo, que resulte más cómodo y más rápido. La tecnología favorece la industrialización, la productividad, hacer más en menos tiempo y con menos dinero. La tecnología es una fiel y necesaria compañera de viaje de la Medicina, siempre atenta a sus necesidades. Pero:

¿Es siempre necesaria?

En mi opinión no. Nunca la tecnología debería sustituir nuestra capacidad de solucionar el problema. La tecnología debe ser nuestra ayuda, no nuestro sustituto.

¿La necesidad crea la tecnología, o la tecnología crea la necesidad?

Se trata de un tópico reiterativo. La tecnología siempre ha viajado un paso por detrás del hombre, observando sus necesidades y dificultades para posteriormente aparecer con ese instrumento que ayuda a alcanzar mejor el objetivo. Pero claro, ésto es lento y a menudo la industria prefiere adelantarse y ofrecernos un aparato que cambiará nuestras vidas, las de nuestros pacientes y el futuro de nuestra consulta. Hay que ser críticos y cuidadosos con las necesidades que se generan desde el mundo tecnológico pues la mayoría de las veces no son tales.

¿Cuántos de estos avances tecnológicos han resultado ser realmente útiles?

A menudo es necesario reinventar para que se siga consumiendo. ¿Realmente eran necesarias las TV de 16:9?. Sí, si tenemos en cuenta que todo el mundo tenía TV en casa y el mercado se encontraba estancado. Era necesario reinventar la TV.

En Cirugía y en Estética en particular a menudo se reinventan las técnicas o aparecen aparatos que supuestamente van a darnos resultados que no soñábamos. Repasemos algunos de ellos:

  • Liposucción ultrasónica, láser, vibroliposucción.

Ninguna de ellas ha demostrado ser capaz de generar resultados superiores a la liposucción clásica, pero todas ellas han añadido nuevas complicaciones a las ya conocidas. El objetivo que si conseguían era facilitar el trabajo del cirujano, acortar los tiempos de quirófano pero con una curva de aprendizaje que dejó por el camino un reguero de malos resultados. Por lo tanto, hay que valorar cuándo una nueva tecnología aporta un beneficio real sobre el resultado a conseguir.

  • Láser.

Los maravillosos efectos sobre la cicatrización quedan finalmente en el sueño de quienes adquirieron los aparatos. Los postoperatorios de rejuvenecimiento facial se convertían en pesadillas. Pocos quedarán que sigan haciendo resurfacing con láser de CO2. Finalmente el uso del láser ha quedado reducido a la eliminación de algunas lesiones vasculares y algunas lesiones pigmentadas

  • Cirugía endoscópica.

Al rebufo de los éxitos que se obtenían con la cirugía endoscópica abdominal se intentaron aplicar las mismas técnicas en cirugía estética. Finalmente su uso se fue reduciendo y quedó prácticamente reservado al lifting frontal. Cayendo lentamente en desuso al ser una cirugía de resultados previsibles y escasas complicaciones que con el advenimiento de esta técnica se convirtió en imprevisible y con complicaciones que eran inadmisibles con la técnica clásica.

Hay que inventar muchas y grandes cosas para conseguir pequeños avances. El hombre tuvo que realizar un gran esfuerzo de invención tecnológica para dar un simple paso en la Luna. Necesitamos la tecnología pero debemos ser prudentes. Tenemos que conocerla pero esperar a que el tiempo y los resultados nos confirmen su validez. ¿Cobardes?. Quizás un poco.

En Ivance somos básicamente artesanos, nos gusta trabajar con nuestras manos, conocerlas, multiplicar día a día las sinapsis nerviosas que harán nuestros movimientos más precisos. Preferimos pulir con muñequilla que con pulidora. Pintamos con pincel y no con pistola.

Envidiábamos a esos maestros que un día conocimos y vimos convertir en fácil lo difícil lo complejo en simple con su habilidad manual.