El exceso de grasa y la flacidez en los brazos son circunstancias que pueden resultar indeseables para quien lo sufre y obligarle a adoptar determinadas conductas como evitar enseñarlos y no utilizar vestidos de manga corta incluso los días más calurosos.

Las intervenciones destinadas a corregir la flacidez de brazos se han incrementado de forma espectacular en la última década posiblemente en relación a las tendencias en moda de vestir y a las consecuencias de pérdidas ponderales importantes tras dietas o intervenciones destinadas a corrección de obesidad mórbida.

¿Cómo se corrige la flacidez de brazos?

Se trata habitualmente de pacientes de mediana edad, entre los 45-55 años, que presentan acúmulos de grasa localizados en la parte superior de los brazos que no reponden adecuadamente a las dietas o  al ejercicio. En estos casos la liposucción o lipoescultura constituye la técnica de eleccioón, aspirando parte de la grasa y moldeando un nuevo contorno al brazo.

A pesar de que la piel en esta zona es muy fina, responde sorprendentemente bien, adaptándose al nuevo contorno. Pero cuando los signos de flacidez de brazos son importantes deberemos plantearnos la resección de parte de la piel como tratamiento complementario. Hablamos entonces de una “Braquioplastia“.

La Braquioplastia (lifting de brazos) es una intervención cuya finalidad es eliminar la flacidez de brazos, retirando el exceso de grasa y piel que  lo provoca. La longitud de la cicatriz resultante variará según la magnitud del problema, siendo habitual que se extienda desde la axila hasta la cara interna del codo. Puede realizarse sóla o combinada con otros procedimientos. Cuando se realiza de forma aislada, puede ser incluso bajo anestesia local.

Hay que tener en cuenta la longitud de la cicatriz resultante y los tiempos de maduración de la misma, que pueden prolongarse cerca del año. No obstante lo cual, el resultado nos permitirá lucir brazos moldeados bajo prendas que los cubran y, con una discreta precaución, también podremos llevarlos al aire.

Una dieta y un programa de ejercicios adecuados, enmarcados por unos hábitos de vida saludables nos pueden evitar llegar a esta situación, pero si fuese necesario, siempre podremos optar por la cirugía para corregir el problema.

La simplicidad del procedimiento, su baja morbilidad (complicaciones y efectos secundarios) hacen que la técnica sea muy segura, facilitando su combinación con otros procedimientos habituales en cirugía de contorno corporal.