No puede negarse la importancia que para la mujer tiene en nuestra cultura la forma y tamaño de su glándula mamaria. Nadie acude para una corrección estética del pecho por un problema de unos centímetros de más o de menos, sino por la inseguridad que ese tamaño o forma provocan en el desarrollo de su vida (con todas sus consecuencias).
Cuando el pecho ha crecido mas allá de lo aceptado por quien lo sufre (gigantomastia), se crean unos problemas de relación importantes: la ropa, el deporte, el baño, el caminar por la calle.. todo es difícil. Y nadie como quien lo soporta sabe la baja calidad de vida que eso representa. La paciente acude a consulta relatando un cuadro de molestias físicas.
La alteración funcional más frecuente se centra en la columna vertebral, relacionada con el peso de las mamas. Ese peso obliga a adoptar cambios posturales para equilibrar la distribución del mismo. Esta circunstancia, en principio pasajera, puede convertirse en una patología crónica, generando un desequilibrio de los cuerpos vertebrales que puede desembocar en la aparición precoz de artrosis de la columna.
Los sujetadores no solo no resuelven el problema, sino que con frecuencia causan a veces mayores dificultades, depresiones por los tirantes, irritaciones en el surco submamario, compresiones por formas poco adecuadas…
Además del aspecto funcional, unas mamas excesivamente desarrolladas pueden crear alteraciones psicológicas que conllevan una dificultad de adaptación social. En la adolescencia (gigantomastia juvenil) surgen complejos y problemas de relación, cierto sentimiento de inferioridad y también de aceptación por el sexo opuesto. Finalmente, el deporte y la moda, hacen que las quejas de índole estética tomen mayor relevancia, ya que el disimulo del defecto es más difícil.
La hipertrofia mamaria no es cuestión de vanidad femenina, sino un serio problema de imagen corporal.
Pero, ¿cuándo un pecho es tan excesivo como para plantearse una reducción mamaria (mamoplastia de reducción)?. Es subjetivamente excesivo cuando la paciente no tolera psicológicamente su forma y volumen. Es la indicación estética. Y objetivamente, cuando a pesar de no afectar a la paciente, su tamaño y circunstancias hacen temer una patología futura. Es la indicación clínica. En muchas ocasiones ambas circunstancias van unidas.
En la mayoría de los casos se espera hasta que el pecho se haya desarrollado completamente, aunque la reducción de pechos puede realizarse antes si los problemas físicos son muy importantes. La reducción de mamas no está recomendada en mujeres que pretendan dar el pecho tras el embarazo.
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