RELATOS IVANCE

Txomin tiene 63 años. Se dirige a la carnicería del barrio. La de toda la vida. Hoy le toca organizar la cena con la cuadrilla en la Sociedad. Todos disfrutan desde hace años de su peculiar forma de asar el cordero y no quiere defraudar. Mientras aguarda su turno oye la conversación entre las dos mujeres que tiene delante. Anteayer operaron al hijo de 10 años de una de ellas. Tenía las orejas de soplillo. Txomin no puede evitar sentir cierto desasosiego y ordena su ya escasa melena sobre las suyas. Ha sido el complejo de toda su vida. El de su infancia, con los motes del colegio. El de su juventud, cuando tuvo que cortarse el pelo para ir a la mili. En la playa, al sentirlas al descubierto por el pelo mojado. En las odiosas fotos que no siempre podía evitar. Los complejos se diluyeron después con la edad hasta que, como ahora, era consciente de la realidad. Nunca se había cortado el pelo muy corto, a pesar de que ya escaseaba. No tiene que hacer ningún esfuerzo para terminar enterándose de que le han operado un equipo de dos cirujanos en Policlínica.

Esa mañana no deja de darle vueltas al asunto. ¿Y si realmente es tan fácil como dicen? ¿Y si descubre que fue un error tantos años de inseguridad?

Son las seis de la tarde del jueves siguiente. Se encuentra en la sala de espera de IVANCE. Incómodo. ¿No será ridículo a su edad pensar en estas cosas? Cuando se sienta con el Dr. del Amo le tranquiliza saber que no es ni el primero ni el último. Que la sociedad del bienestar ha llevado a todo tipo de gente, de edad y condición, a someterse a este tipo de intervenciones. La segunda sorpresa le sobreviene al advertirle que no es necesario pasar por quirófano y que hoy en día existe un método alternativo que pasa por colocar un implante y no requiere prácticamente de periodo de recuperación.

Se somete a una simulación sobre sus propias orejas delante del espejo. Participa también la Dra. Alcelay, que se muestra muy meticulosa intentando que se vean absolutamente simétricas a pesar de que ni él mismo aprecia diferencias. Se apartan los dos y, de repente, se ve ante una nueva imagen de sí mismo y un nudo en la garganta. No se puede creer que en veinte minutos más lo que ve en el espejo pueda ser realidad. ¡Sí! Vale la pena.

Han pasado quince días. Entre carcajadas apura las últimas cucharadas de arroz del plato. ¡Ya querría Berasategui conseguir un arroz con Bogavante como el de Aitor!. Es la cuadrilla de toda la vida. Han sido entre ellos testigos de muchas cosas en sus vidas. No se ha atrevido a confesar su cambio de imagen y resulta que nadie se ha enterado más allá de haber recibido unas collejas por su nuevo corte de pelo. No entiende por qué esperó tanto.

(Relato basado en hechos reales)

Fuente Imagen: El poder de la cocina vasca | Reportaje | EL PAÍS Semanal – Alfredo Caliz