Hace uno de esos agradables días soleados de Octubre en Donosti. El turismo ha ido desapareciendo y como dice una amiga “ya van quedando sólo los de aquí”. Es sábado y Laura tras salir del gimnasio se ha sentado en una terraza y deja que el sol le acaricie la piel mientras con el dedo desliza pantallas de su Instagram revisando su “actualidad social”.

Un nuevo mensaje irrumpe en la pantalla. Sonríe al ver la foto que le envía Nekane para decirle que se acaba de levantar de la cama. Laura le contesta elevando la mano para hacerse un selfie que ilustre su agradable momento.

Pero después su semblante se pone serio y se pone a jugar con su foto ampliando su perfil. Laura ha vivido gran parte de su vida con un complejo sobre el aspecto de su nariz. Desde joven, sentía que no encajaba con los cánones de belleza establecidos y esto afectaba su autoestima. Se sentía incómoda al conocer a nuevas personas y se escondía en poses incómodas al hacerse fotografías que pronto aprendió a retocar a su antojo.

A sus treinta y cinco años, Laura decidió que era hora de tomar el control de la situación y buscar una solución a su problema. Tras investigar y consultar con varios especialistas, decidió confiar en los doctores Del Amo y Alcelay de IVANCE para realizar una rinoplastia.

Aunque acudió a la consulta convencida de que lo sabía todo acerca de la intervención, le gustó la forma en la que le ayudaron a enfrentarse a la que sería su nueva imagen. Laura sabía que la intervención sería sólo una parte del proceso, pero estaba dispuesta a enfrentar el desafío.

El día de la cirugía, Laura estaba nerviosa pero también llena de esperanza. Sabía que esta operación no solo cambiaría su apariencia física, sino que también tendría un impacto significativo en su autoestima y confianza en sí misma. Mientras esperaba en la habitación, reflexionó sobre cómo esta decisión la llevaría hacia una nueva etapa de su vida.

La cirugía fue un éxito y, después de un periodo de recuperación, Laura se enfrentó a su primera publicación en su Instagram. Esa incómoda giba ya no estaba allí y no pudo evitar emocionarse. Publicó su foto. No hicieron falta filtros, ni retoques. Natural. No solo se veía diferente físicamente, sino que también sentía una renovada sensación de confianza y aceptación de sí misma.

Con el paso del tiempo, Laura notó cambios significativos en su vida. Se volvió más abierta a conocer nuevas personas y participar en eventos sociales. Dejó de preocuparse constantemente por su apariencia y se centró en disfrutar de cada momento. Su trabajo también se vio beneficiado, ya que ahora se sentía más segura al hablar en público y asumir nuevos desafíos.

Laura comprendió que la cirugía estética no solo cambió su apariencia física, sino que también transformó su mentalidad y perspectiva de vida. Aprendió a abrazar su belleza única y a no dejarse definir por los estándares de la sociedad.

La rinoplastia fue un paso hacia su renacer personal.