Las redes sociales son hoy en día un elemento esencial en nuestra sociedad que mantienen a personas de todo el mundo en contacto. La información ha dejado de ser patrimonio de unos pocos y fluye libremente por las redes ya sea real o irreal hasta convertirse en intoxicación.

“Antes el tiempo de consulta se invertía en dar información, ahora pasamos más tiempo rebatiendo las expectativas irreales de los pacientes” Dr. Del Amo

Toca renacer a Sócrates y reivindicar la crítica para encontrar la verdad.

A ello añadimos los algoritmos de publicidad, del “si te gusta esto te va a gustar esto”… que se convierten en una potente herramienta que “estandariza” y dirige los gustos y las tendencias.

¿Cuántas veces nos sorprendimos antaño con ese libro que nos regalaron y que nosotros no nos hubiéramos comprado?.

¿Cuántas veces nos sorprendimos escuchando la cara B de un disco?. ¿Qué estándares de belleza hay en un Picasso?

Por otro lado, el uso de las cámaras de los móviles en modo selfie ha profundizado en una visión perfeccionista e irreal de uno mismo.

– Nunca antes habíamos sido tan conscientes de nuestras propias asimetrías utilizando distintos ángulos o condiciones de luz. ¿Cuántas fotografías teníamos hace 20 años en primer plano de nosotros mismos? ¿Cuántas fotografías tenemos ahora en primer plano de nosotros mismos?.

– Nunca antes habíamos sido tan conscientes de nuestra propia evolución física con los años.

Todo ello genera una distorsión de la realidad, invitándonos a compararnos unos con los otros en todos los aspectos, perjudicando en gran medida la salud mental de las personas y creando expectativas e ilusiones inalcanzables de llegar a ser quien no son.

La comparación constante con los demás en las redes sociales puede generar sentimientos de inferioridad y disminuir la autoestima. Al ver imágenes y publicaciones que representan vidas aparentemente perfectas, modelos de éxito, logros destacados, cuerpos perfectos… las personas pueden sentir que no están a la altura de esas expectativas irreales, lo que afecta negativamente su propia percepción y autoestima, desencadenando en síntomas de depresión y ansiedad.

Esto ha dado lugar a que muchas personas vayan a centros estéticos queriendo cambiar algún rasgo físico para cumplir con los estereotipos de la sociedad. En particular, los estándares de belleza poco realistas han contribuido a la demanda de ciertos procedimientos quirúrgicos con el fin de lograr una apariencia que se ajuste a esos estándares.

Por ejemplo, las imágenes retocadas en revistas y redes sociales han creado una percepción distorsionada de cómo debería ser el cuerpo o el rostro «perfecto», dando lugar a que algunas personas busquen someterse a cirugías estéticas para alcanzar esos ideales inalcanzables.

Un estudio de 2018 publicado en la revista Plastic and Reconstructive Surgery Global Open examinó a pacientes que buscaban cirugía estética facial. El estudio encontró que el 39% de los pacientes mencionaron las redes sociales como una influencia en su decisión de buscar cirugía estética, y el 33% informó que las imágenes en las redes sociales los habían llevado a buscar procedimientos específicos.

En muchas ocasiones estas intervenciones que solicitan los clientes suelen ser “inalcanzables” e incluso peligrosas. A veces se ha de optar por la naturalidad en los resultados en lugar de seguir modas pasajeras que llevan a resultados “catastróficos”, como puede ser el ejemplo de las Kardashian, en concreto Kim que se ha sometido a más de 12 cirugías o el caso de Jennifer Pamplona que gastó más de 600.000 euros para parecerse a Kim Kardashian y que dejaran de criticarla por su aspecto físico poniendo en peligro su propia vida.

Con casos como estos, los cirujanos éticos no deben alentar ni respaldar la búsqueda de procedimientos que no sean seguros o que tengan un alto riesgo de insatisfacción. En lugar de eso, deben trabajar con los clientes para establecer expectativas realistas y ofrecer alternativas o enfoques más adecuados para lograr los resultados deseados.

 “Siempre fue importante en nuestra actividad saber decir que NO, pero nunca imaginé que se pudiese convertir en una NECESIDAD” Dra. Alcelay

En conclusión, las redes sociales han transformado nuestra sociedad, pero su uso excesivo ha generado comparación constante y una necesidad de perfección. Esto ha afectado la autoestima y la salud mental, llevando a buscar intervenciones estéticas inalcanzables. Por esta razón, los cirujanos éticos deben promover la naturalidad y establecer expectativas realistas para evitar riesgos y resultados insatisfactorios.

Nuestros cirujanos la Dra. Alcelay y el Dr. Del Amo son Especialistas titulados en Cirugía Plástica, Reparadora y Estética y miembros de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE)  y de la Asociación Española de Cirugía Estética (AECEP) , en la cual están certificados. Reivindican su formación “Reparadora” que les permite ayudar a sus pacientes a conseguir resultados que mejoren la confianza en si mismos cuando los avatares de la naturaleza han sido desafortunados.

La AECEP reúne actualmente a los cirujanos plásticos más prestigiosos y mejor formados de España que cuentan con una amplia experiencia en las técnicas quirúrgicas y con una más que probada ética social.

En Ivance llevamos años trabajando la naturalidad con la que queremos expresar nuestra labor. Creemos en la fuerza de la sencillez, en el valor de la armonía y la proporcionalidad.

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