Llueve. Suenan ecos de tambores por toda la ciudad. Redobles desordenados que se convertirán, en unas horas, en una reiterada melodía que acompañará la noche y el día. Es la víspera de San Sebastián. La gente se mueve nerviosa por las calles con sus paraguas. Unos con los últimos preparativos de la cena de víspera, otros recogiendo el atrezo, los padres anticipando el espectáculo del desfile de los niños.
Juncal va a cenar con sus amigas. La víspera de San Sebastián cenan siempre en casa de Maite. Un espacioso ático en el centro desde el que la torre de la catedral entra por las ventanas abuhardilladas y preside la cena. Es un día muy especial y aunque cenan los de siempre desde hace veinte años se visten y se arreglan como si de nada se conociesen. Tiende una bonita falda sobre la cama. Es la falda que más le gusta. Lleva casi otros tantos años con ella. No sabe muy bien por qué. Quizás por que ha vivido con ella gran parte de la historia de su vida. Se mira al espejo mientras se la sobrepone.

– ¡Me queda de maravilla todavía! – .

El espejo, envidioso, le devuelve la imagen de su rostro.

– Tú también estás bien Juncal, has sabido conservarte. Tienes ya los sesenta y no los aparentas. – 

Su mano repasa el contorno de su cuello y mandíbula acariciándolo. Su línea de mandíbula ha ido perdiendo definición y el cuello, antes terso y encorsetado ha cedido dejando ver dos cuerdas longitudinales. Mira su falda de reojo…

– No me importa que sea vieja, es la falda que más me gusta, con la que me siento mejor. El día que se estropee o tenga un roto se que la mandaré arreglar. No me importan mis años, soy feliz con mi aspecto, pero mi cuello es el roto de mi falda preferida y quiero arreglarlo.

Han pasado los meses. El verano toca a su fin. El cielo azul del Septiembre donostiarra se decora con algunas nubes. Es domingo de regatas. Otra de las fiestas imprescindibles con sus amigas. Esta vez la anfitriona es Arantxa. El sol, tras la lluvia, se filtra entre las nubes blanco grisáceas tiñendo de color cobalto el agua de La Concha. Entran olas encumbradas de algo de espuma blanca que auguran un buen espectáculo de traineras. Juncal coge su falda del armario y vuelve a repetir el ritual comprobando sobre su cuerpo que todavía le sienta bien. Sonríe ante su imagen. Su cuello muestra un contorno joven, recogido y una línea de mandíbula definida. Olatz (la Dra. Alcelay) captó perfectamente su inquietud. Por unos meses han sido cómplices. Hoy es su puesta de largo. Su falda, su cuello, sus amigas. Nadie se ha dado cuenta de la sutil transformación que ha tenido su cuello, pero se siente segura. Coge el teléfono y le manda un WhatsApp a Olatz.

– Gracias. Ha sido un placer conocerte. Volvería a hacerlo. Que tengas un feliz día de regatas.

La «Ama Guadalupekoa» entra primera. Hondarribia es una fiesta hoy y Donosti se viste de verde.

Fuente Foto: Michelena Diario Vasco